Esta escena se vivió este pasado fin de semana en las costas del pueblo de Rincón en Puerto Rico.
El calor humano y la compasión de los puertorriqueños a los hermanos Dominicanos que llagaban a la isla se hizo sentir cuando le decían que corrieran, hasta sugerirle que se sentaran con ellos como si fueran parte de su grupo para no ser atrapados por la autoridades que rodeaban la zona por aire, tierra y mar.
Lo mismo no se puede decir de turistas americanos que decidieron hacer un arresto civil, aparentemente poniendo la rodilla en la espalda de uno de los dominicano que llegaron a tierra boricua para esperar a que fueran arrestados por las autoridades.